Es agradable que las cosas salgan bien. Por unos días nada falla. Vale, puede que llueva; puede que la barrera del paso a nivel parezca que no se va a levantar nunca, que la esquina de Signorile con Tanzi siga despidiendo ese horrible olor; pero por unos días nada falla demasiado.
La gente te visita. Disfrutas, viajas a Campania, compartes botellas de Peroni y platos de pasta al pesto. Recorres una vez más Bari Vecchia para sentir el olor a suavizante que allí todo lo invade pero un vez más ha desaparecido porque ya son las 4 de la tarde. La idea era verlo por la mañana pero la noche anterior os alargasteis.
Por desgracia las visitas vuelven a casa. Y la vida vuelve a comenzar tras el paréntesis dominical. Y todo sigue bien, victoria rojilla incluidas.
¿Cuándo se va a romper algo? ¿Cuándo va a venir esa nube directa desde Grecia que moje de forma inesperada las sábanas que acabo de tender? Nada, hay paz.
Descubres una nueva cerveza en el supermercado realmente barata. La pruebas y a pesar de no tener demasiado sabor no te disgusta. Pasadas 4 horas desde la ingesta el intestino tampoco ha reaccionado de ninguna forma. Estás contento. La cosa va bien. Incluso limpiar parece algo agradable. Ayer, en la primera jornada de limpieza, hasta me gustaba pasar la fregona*. Es algo que no suele ocurrirme. Todo lo contrario ya que suelo postergar todo lo que puedo el momento de llenar el cubo y echarle los dos tapones de lo que sea el líquido ese.
Y ahora una visita al Storia, una(s) Paulaner de medio litro por poco más de un euro y luego Dios dirá. O mejor yo diré, qué cojones. El acabar como piojos se paga 1'15 a 1 en bebebirrasyapuesta.com
Y es que estos días parece que nada puede ir mal.
* Que nadie se emocione. No hago servicio a domicilio.
Jau, a las 19:53 horas del martes, 22 de febrero de 2011.
Escuchando "La distrazione", de Negramaro.
martes, 22 de febrero de 2011
jueves, 3 de febrero de 2011
Mi vida cobra sentido
El 3 de febrero se ha abierto la puerta y ha entrado luz. Tanto en mi cuarto como en mi vida.
Ha sido encender mi Acer para dar un rápido repaso a la actualidad y ahí estaba esperándome. En la columna izquierda de Diario de Noticias se podía leer claramente: "Allo produce el primer tubo para papel higiénico que se tira al inodoro".
Se han disipado las nubes que cubrían Bari, me ha embargado una extraña sensación de felicidad y hasta se me ha olvidado por un momento que luego tengo que ir a pasar un rato horrible a la oficina de correos a pagar el recibo del gas. Es el mayor avance en el sector del papel higiénico desde que se crearon las lineas por donde cortarlo. (Eso sí fue progreso.)
Mi meta en la vida. Ser un ingeniero así. Crear a la gente necesidades, no dar soluciones. Y, por supuesto, dar una rueda de prensa y tres entrevistas en los medios para explicarlo. Porque resulta que está todo estudiado. Que al 89% de los consumidores les mola la idea y al 75 les jode tener que quitar el tubo. O el director de Georgia Pacific es un jeta o el mundo se ha vuelto loco.
Y es que reciclar ese tubito es muy difícil, dicen. Claro. Es mucho mejor gastarse un pastón en ingeniería y ajustes en la linea de producción para ahorrar al mundo ese engorroso tránsito del cuarto de baño al contenedor azul. Un periplo semejante al de los 40 años de los judíos por el desierto. ¡Ah, y no se nos olvide! Todo esto conseguido en Navarra, al amparo del fuero y de Patxi Puñal. Si es que es para estar orgulloso.
Igual este texto a Subi y Hernández, dos amigos que trabajan allí, les parece mal. Pues lo siento mucho. La ingeniería a veces toma caminos ridículos. Alejados del bien común y centrados únicamente en hacer economía. Quizá sea un iluso y el mundo sea así. Pero como dice en "La Misión" el enviado del Papa, "nosotros lo hemos hecho así, yo lo he hecho así".
Un invento más para situar a la altura del coche eléctrico (que según algunos nos sacará de la crisis y nos hará parecer hasta más guapos cuando, actualmente, es una inutilidad) y registrar junto al Efecto 2000 y el estudio sobre cómo evoluciona la espuma de la cerveza.
Nada más. Espero no haberos aburrido demasiado. Me voy a ver si hago algo de provecho. No sé, un proyecto milmillonario para que las aceras de esta ciudad sean porosas y absorban las deposiciones caninas que tanto abundan o un estudio de mercadotecnia para saber si eliminando la luz ámbar de los semáforos italianos ligamos más. ¡Ingeniería del futuro!
Jau, a las 10:43 horas del jueves, 3 de febrero de 2011.
Escuchando "Don't stop the tour" de Betagarri.
Ha sido encender mi Acer para dar un rápido repaso a la actualidad y ahí estaba esperándome. En la columna izquierda de Diario de Noticias se podía leer claramente: "Allo produce el primer tubo para papel higiénico que se tira al inodoro".
Se han disipado las nubes que cubrían Bari, me ha embargado una extraña sensación de felicidad y hasta se me ha olvidado por un momento que luego tengo que ir a pasar un rato horrible a la oficina de correos a pagar el recibo del gas. Es el mayor avance en el sector del papel higiénico desde que se crearon las lineas por donde cortarlo. (Eso sí fue progreso.)
Mi meta en la vida. Ser un ingeniero así. Crear a la gente necesidades, no dar soluciones. Y, por supuesto, dar una rueda de prensa y tres entrevistas en los medios para explicarlo. Porque resulta que está todo estudiado. Que al 89% de los consumidores les mola la idea y al 75 les jode tener que quitar el tubo. O el director de Georgia Pacific es un jeta o el mundo se ha vuelto loco.
Y es que reciclar ese tubito es muy difícil, dicen. Claro. Es mucho mejor gastarse un pastón en ingeniería y ajustes en la linea de producción para ahorrar al mundo ese engorroso tránsito del cuarto de baño al contenedor azul. Un periplo semejante al de los 40 años de los judíos por el desierto. ¡Ah, y no se nos olvide! Todo esto conseguido en Navarra, al amparo del fuero y de Patxi Puñal. Si es que es para estar orgulloso.
Igual este texto a Subi y Hernández, dos amigos que trabajan allí, les parece mal. Pues lo siento mucho. La ingeniería a veces toma caminos ridículos. Alejados del bien común y centrados únicamente en hacer economía. Quizá sea un iluso y el mundo sea así. Pero como dice en "La Misión" el enviado del Papa, "nosotros lo hemos hecho así, yo lo he hecho así".
Un invento más para situar a la altura del coche eléctrico (que según algunos nos sacará de la crisis y nos hará parecer hasta más guapos cuando, actualmente, es una inutilidad) y registrar junto al Efecto 2000 y el estudio sobre cómo evoluciona la espuma de la cerveza.
Nada más. Espero no haberos aburrido demasiado. Me voy a ver si hago algo de provecho. No sé, un proyecto milmillonario para que las aceras de esta ciudad sean porosas y absorban las deposiciones caninas que tanto abundan o un estudio de mercadotecnia para saber si eliminando la luz ámbar de los semáforos italianos ligamos más. ¡Ingeniería del futuro!
Jau, a las 10:43 horas del jueves, 3 de febrero de 2011.
Escuchando "Don't stop the tour" de Betagarri.
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