sábado, 25 de diciembre de 2010

Verídico (en serio) cuento barese de Navidad

Salí del bar de forma apresurada. Eran las 6 de la mañana del miércoles 15 de diciembre. Bueno, ya era jueves, claro. Uno de esos días de despedidas, de “Feliz Navidad, nos vemos a la vuelta”, de ponme otros tres daiquiris. En definitiva uno de esos días en los que parece imposible irse a casa.

A alguien, probablemente a mi, se le ocurrió la fascinante idea de tomar un chupito de nosequé. Pagaba Luca, el camarero. Lo tomé y enseguida noté a mitad de esófago una sensación desagradable. La que te dice que te vayas a casa. Tomé mi ropa y me dirigí al lungomare que es el recorrido más corto a mi casa. Allí estábamos el mar Adriático, tres tipos, por no decir “colgaos”, corriendo, un motocarro Piaggio que se acercaba lentamente y yo.

De repente un coche pasó a gran velocidad cerca del motocarro y este se vio obligado a dar un volantazo para esquivarlo. Al momento varias cajas cayeron del motocarro y el conductor tuvo que bajarse para recogerlas. Era un anciano que rondaba los 80 años con largo pelo blanco, barba rizada y una característica nariz chata.

Increpó en barese al del coche que se encontraba ya a la altura de la playa y se puso a recoger.

- ¡Los iPad a tomar por culo, joder!
- Posso aiutare?
- Sí, échame un cable. Así decís en España, ¿no? Porque hablas con un acento español… Además tú, …, tú recibiste una vez un futbolín amarillo, me debes una. No podían vivir tus abuelos en un bajo, no. Y además luego te pasaste a la competencia.

Mi ligera, o más que ligera borrachera me hacía dudar. ¿Cómo sabe este viejo que tuve un futbolín amarillo? ¿Cómo sabe que mis abuelos no vivían en un bajo? ¿Exceso de ron en el daiquiri? Bueno, mejor, ¿exceso de daiquiris?

Mientras recogía cajas Apple del suelo me preguntaba si estaba haciendo mal. Creía que los grupos mafiosos de la Puglia se encargaban de drogas y armas pero no pensaba que traficasen desde Albania con tecnología. No me apetece colaborar en esas cosas.

- Deja de mirar así los iPad que no te voy a dar uno. Los tengo contados y la demanda este año ha sido la pera. Si me ayudas te llevo luego a casa. ¿Vives lejos?
- Que va, aquí al lado; en Signorile 53.
- Ahí no he hecho un reparto desde el 64 cuando había una cría pequeña. Arena creo que se apellidaba. Aquella gente tenía pasta, creo que el padre era militar de aquellos, ya sabes a qué me refiero. ¡Venga móntate que tengo mucho que envolver!

Me monté en el motocarro del extraño y me fijé en el salpicadero si es que un motocarro se puede decir que tenga salpicadero. Estaba plagado de pegatinas o reproducciones de banderas de países extraños. En una ponía Prusia, en otra Swazilandia. En la más rara ponía Reino Nazarí de Granada y estaba bastante ajada.

- ¿Rara, eh? Es de un reparto que hice en 1491. Allá no todos eran musulmanes. Había algún cristiano escondido.

Estaba flipando. Maldito viejo loco. Nos dirigimos de vuelta a Bari Vecchia, pasamos junto a Sandra y Manuel que salían del Lume con otros tantos que por fortuna no me vieron y llegamos a la Basílica de San Nicola. Se aproximó a la puerta de un edificio lateral y me advirtió:

- Debes prometerme que lo que vas a ver no lo vas a contar a nadie. Bueno, da igual, no me prometas nada, que nadie te va a creer.

Levantó la persiana y me introdujo en el más gigantesco almacén que haya visto en mi vida. Estanterías ordenadas por continentes y baldas ordenadas por países. Las de África y el sudeste asiático prácticamente vacías y el espacio destinado a Europa occidental y América del Norte a rebosar. Me fijé que en la de España no había tantas cosas como en otros países europeos.

- ¿Usted no reparte en España? ¿Se encarga otra empresa?
- ¿Tú chaval eres tonto? ¿Todavía no te has dado cuenta de qué es esto? Me llamo Nicola, Nicola di Bari, y no, no me inventó la Coca-Cola. Pero llámame Nico.
- Pero usted es…
- Un poco lentito sí eres, ¿eh? ¿Hace falta que me ponga el disfraz? ¿Te cuento la historieta de Santa Claus? ¿De dónde crees que viene “Claus”? ¡Premio, de Nicolaus! Coge esas dos cajas, venga, que está amaneciendo. Por cierto, lo que decías de España. Ahí hay una competencia de la leche. Entre los Reyes Magos y un tipo que se dedica al carbón durante el año en Euskadi y Navarra el negocio se ha puesto fatal. Además la gasolina está por las nubes. Y tutéame, coño.

La cámara oculta tenía que estar en algún sitio. Los videos de Dani no iban a tener nada de gracia comparados con mi cara de bobo creyéndome la bola de un abuelo con Síndrome de Diógenes a juzgar por la de cosas que había allí.

- Ya, ¿y los renos?
- Nos ha salido listillo el chaval. ¿Quieres que te salude diciendo “jo, jo, jo”? No te jo, jo, jode. Hala, venga, que hemos acabado. Puerta. ¿Quieres desayunar? Hay un sitio donde hacen buenos cornettos y me hacen precio.

Fuimos a un local en Piazza Mercantile que ya conocía y me comí un cornetto de chocolate. El hombre me contó toda su historia. Que había nacido en la actual Turquía pero que a los santos les llaman dependiendo de donde les entierran.

- Como a mi compañero el de Compostela. Ahí llueve mucho. A mi me tocó Bari. Aquí lo hace 10 días al año, dicen. ¿Había sitios mejores? Sí, pero a este lugar se le coge cariño, imagino que ya lo habrás experimentado. Yo le di su primer balón a Antonio Cassano en una callejuela ahí al lado. Estaba despierto esperándome el muy cabronazo. Una de sus primeras cassanatas.

Llegó la hora de irse a casa. Me ofreció llevarme pero necesitaba volver cerca del mar para aclararme y certificar quién me había echado algo en la bebida. Ya en el piso vi luz en la cocina e imaginé que Iñaki estaba desayunando. Me metí en silencio a mi cuarto y al día siguiente le conté que para las 6 y algo ya estaba frito.

Desperté bastante tarde y flipé con mi sueño. Que cosas más raras hace el alcohol.

Pero hoy he encontrado una nota y un paquete junto a mi cama.

No me has pedido nada pero te dejo un cornetto. ¿Era de chocolate, verdad?
P.D.: Dar vueltas a la columna da resultado. Al tiempo.


Tenía que compartirlo con vosotros. Todo parecía irreal o fruto de un sueño pero el cornetto estaba demasiado bueno esta mañana. Eso es innegable.

¡Feliz Navidad! Buon Natale! Zorionak!

No hay comentarios:

Publicar un comentario